Personalmente esa noche yo, que tenía 17 años en ese entonces, me quedé hasta las 4 de la madrugada viendo la noticia en la tele.
Las primeras imágenes mostraban la desesperación de los chicos que habían concurrido al recital, algunos de ellos salieron y entraron muchas veces al local rescatando a sus amigos o a personas que también estaban allí, otros estaban desesperados buscando a alguno de sus amigos que no lo encontraban, se veía como trabajaban a más no poder policías, bomberos y rescatistas voluntarios. Con el pasar de los minutos se comenzaba a ver como familiares de las víctimas, enterados de la noticia, se acercaban al barrio de Once a ver si su ser querido estaba bien; también se comenzó a ver la fila de cuerpos de los chicos muertos, la mayoría de ellos por asfixia; a lo largo de la noche aumentaba el numero de víctimas - lo último que había escuchado era 174 y cerca de las 4 AM eran ya 190 - la mayoría de ellas eran adolescentes; a mitad de la madrugada CNN en español también se hizo eco de la noticia de la catástrofe en el boliche de Argentina.
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En la mañana del 31 no hubo otra noticia más que esa, los noticieros empezaron más temprano que lo habitual y se extendieron hasta la tarde con móviles en directo desde los distintos hospitales donde habían llevado a las víctimas y de los Centros de Gestión de la Ciudad (los C.G.) donde estaban las listas de muertos y heridos de la tragedia. La realidad de esas familias que buscaban con desesperación a su familiar desaparecido se transmitía por tele y se mezclaba con la realidad de las familias que estaban preparando la cena de esa noche de fin de año.
Mostrando el peregrinar de esas personas buscando a su ser querido, la desesperación de quienes todavía no lo encontraban, la alegría de los que habían encontrado el nombre en la lista de los sobrevivientes como el dolor de los que lo habían hecho en la lista de los fallecidos, los pedidos de solidaridad pidiendo un dato para encontrar a ese familiar porque no aparecía en ninguna lista oficial… viendo todo eso por la pantalla del tele, uno diría tenía que pasar todo esto para que seamos conscientes de que no podemos tapar con un dedo el sol, o sea con una coima tapamos que hay locales que no cuentan con las condiciones mínimas de seguridad, que hicieron la vista gorda con ciertos temas como la guardería de menores que había en el piso superior donde se encontraban los baños, la entrada de pirotecnia en un local cerrado, la supuesta venta de pirotecnia en la barra del boliche y otras cosas más que circularon en ese momento señalando las tantas violaciones a la seguridad que se cometían en ese local.
Hasta que se dio comienzo al juicio oral por esta causa, pasaron muchas cosas en esos 4 años como el juicio político a Aníbal Ibarra; las declaraciones de la madre de una de las chicas fallecidas, la muerte de cáncer esa misma mamá que se había convertido en uno de los ‘padres iconos’ de los chicos fallecidos; los escraches que le hicieron a Ibarra; los escraches a Callejeros y las noticias de los primeros recitales que ellos brindaban después de la tragedia; la detención de Chabán, el gerenciador del local y del jefe de seguridad de éste; las declaraciones de José Iglesias, el padre de uno de los chicos fallecidos y abogado, que se convirtió en uno de los abogados querellantes de la causa; las opiniones encontradas de sobrevivientes, familiares de las víctimas y demás sobre la culpabilidad y responsabilidad de Callejeros en este hecho.
Pero el miércoles pasado, el miércoles 19/8 (a un año del inicio del juicio oral) se dio fin al juicio con la lectura de la sentencia que dictó unánime el Tribunal Oral en lo Criminal 24, juicio que se desarrollo en 102 audiencias y en el que expusieron su testimonio 345 testigos. Se dictaminó las condenas para Omar Chabán (el gerenciador del boliche, fue condenado a 20 años de prisión x incendio doloso y cohecho activo), Diego Argarañaz (manager de “Callejeros”, fue condenado a 18 años de prisión x incendio doloso y partícipe de cohecho necesario), Carlos Díaz (ex subcomisario fue condenado a 18 años de prisión e inhabilitación especial perpetua x cohecho pasivo e incendio doloso), Raúl Villareal (mano derecha de Chabán, fue condenado a 1 año de prisión en suspenso y tareas comunitarias x ser partícipe secundario del delito de cohecho activo) y para las ex funcionarias Fabiana Fiszbin y Ana María Fernández (fueron condenadas a 2 años de prisión de cumplimiento efectivo y 4 años de inhabilitación especial x incumplimiento de los deberes de funcionario público) y fueron absueltos los 6 integrantes de “Callejeros”, el escenográfo, el comisario Miguel Angel Belay y el ex funcionario Gustavo Torres por el beneficio de la duda.
Durante la lectura de la sentencia y al término de ello, los padres de las víctimas mostraban como la esperanza que tenían de que la sentencia fuera justa -según ellos- no pudo ser real y los fans del grupo que se habían juntado en una plaza cerca de Tribunales festejaban lo dictaminado en la sentencia, evidenciaban la disparidad de opiniones e ideas que tienen los sobrevivientes y familiares de las víctimas hasta el día de hoy. Lamentablemente esa disparidad de opiniones se transformó en enfrentamientos a la salida de Tribunales entre los padres y la madre de Pato Fontanet (el cantante) que los provocó con un gesto obsceno cuando se retiraba del recinto judicial; los padres y algunos fans de “Callejeros”que estaban festejando y luego con la policía. Enfrentamientos que fueron transmitidos en vivo y en directo al igual que la lectura de la sentencia y de la desesperación que mostraron en la noche del 30 y en el mediodía del 31.
Lo que queda de este caso es que por más que se haya condenado a 6 personas, ninguna de ellas irá a prisión hasta que la sentencia quede firme. Pero como dejo disconformes a los acusados, el fiscal y los querellantes, cada uno por su parte, apelara la sentencia y recién la Cámara de Casación se expedirá antes de mediados del año que viene.Y que nunca se encontró al autor material del incendio: el chico que encendió la candela nunca fue identificado durante todo el proceso.
Los dichos cruzados entre todas las personas involucradas, durante todo este tiempo; puede que haya hecho que la opinión pública apoyara a algunas de las partes involucradas en particular.
Yo como estudiante de Derecho siempre dije que técnicamente el culpable de ese incendio fue quién tiró la bengala. Obviamente que el dueño del local tenía su parte de culpa porque había muchas cosas que no debían suceder allí, y sin embargo sucedían y él no las impedía. Y que un empleado suyo quisiera excusar la existencia de la ‘media sombra’ en el techo o la superación de la cantidad de personas que podían entrar allí o que no dijeran nada del hecho que la salida de emergencia estaba cerrada para evitar que por allí se colara gente al recital... no los beneficiaba ni para la opinión pública ni procesalmente. Ellos tenían culpa y responsabilidad en este hecho.
Y mientras muchos también culpaban a “Callejeros”, para mí ellos no tenían culpa aunque si son responsables civilmente por lo ocurrido. Hoy ellos están absueltos mientras la mayoría de los familiares esperaban que fueran condenados; para mí fue una decisión correcta la tomada por el TOC, aunque me parece que el manager del grupo recibió él solo una condena extensa por los otros integrantes del grupo.
Mientras hay algo en todo esto que no se puede negar:
- “Callejeros” en el año 2004 era una banda que estaba empezando a crecer y que de golpe y porrazo por esta tragedia terminó siendo primera plana en muchos medios.
- Y el ritual de las bengalas y los trapos es un clásico en cualquier recital de rock, en especial de rock nacional, y hasta ese momento eran infaltables en los recitales; si al que tiró la bengala no se le ocurrió que no se podía tirar una bengala en un espacio cerrado, o que no iba a pasar nada porque no era la primera vez que tiraban una bengala en un estadio cubierto (aunque Cromagñon nunca fue un estadio) no se sabe, pero después de lo que pasó en Crogmañon a algunos les sirvió para reflexionar y a otros no.
Lo importante de todo esto es que después de este hecho desgraciado no sólo las normas cambien o que efectivamente sean cumplidas, sino que seamos conscientes de lo qué hacemos y de cómo lo hacemos, porque vivimos rodeados de otras personas en este mundo.
Fotos sacadas de la web de la revista Gente, estas son las zapatillas de las víctimas que se conservan dentro del local que pertenecía a Chabán. Hoy son el símbolo de la tragedia sucedida esa noche. Los números oficiales de la tragedia son 194 muertos y al menos 1.432 heridos (esos fueron los lesionados que se contaron en el juicio).
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